Sergio Ramirez
Catalina y Catalina, Alfaguara México, 2001.
La
memoria ha sido uno de los ítems más trabajados por los últimos escritores
hispanoamericanos contemporáneos. Así,
podemos sugerir nombres representativos como Robert Bolaño, ya sea con Nocturno de Chile o, de manera menos
explícita, con Monsieur Pain, o quizá
Javier Cercas con Anatomía de un instante; o incluso la menos conocida Luisa Valenzuela
con Novela Negra con Argentinos. Todos los mencionados recurren a herramientas menos convencionales para
representar, construir y organizar una memoria y un archivo de eventos traumáticos
para las realidades a las que cada uno apelaba ( dictaduras, revoluciones,
etc.).
Tener en cuenta las peripecias de las
construcciones de memoria y las diversas herramientas a las que apelan los
escritores dentro de las representaciones literarias contemporáneas (relato policial, mass media y elementos fantásticos o míticos) es necesario para lograr una
lectura cabal de cuentos como La herencia
del bohemio y Perdón y olvido incluidos en la recopilación de relatos denominada
Catalina y Catalina del nicaragüense
Sergio Ramirez.
¿Cuál es la verdadera función de
Gigantona, muñeca de origen folklórico, sobre la que gira, el primer cuento, La herencia del bohemio?, ¿Podemos
hablar de archivo o melancolía en las películas mexicanas referidas en Perdón y olvido? y ¿Cómo entender el
final de los dos cuentos con la mirada melancólica del sujeto de la
enunciación?, desde nuestra perspectiva estas son las preguntas que nos deja la
lectura de los relatos ya mencionados.
Brevemente habría que resumir los argumentos
de los dos cuentos, los cuales, desde una lectura cabal, no son verdaderos
eventos o grandes acciones. En La
herencia del bohemio se da una breve introducción en las primeras líneas
del significado del folklore, como haciendo un guiño al lector del main point del asunto. Lo que sigue del
cuento es la descripción de una muñeca, claramente ligada al folklore popular,
que despierta un fervor en las masas inimaginable, esta, además tendría una
clara carga simbólica:
La gigantona es llamada en razón de alabanza bajo otros nombres diversos, verbo y gracia: dama soberana de mis amores, dama dueña de mi noble empeño, mi damita gentil y galante, mi muy gallarda damisela, o la señora galana, mi señora donosa, mi muy digna señorona, y asimismo la potente giganta(…) (Ramirez, 2001: 12)
Esta muñeca que despierta el clamor popular, puede
ser nombrada de la manera que desee el grupo que accione las alabanzas, y al hacerlo
tomaría las características necesarias para asociarse con los roles de la
femeneidad hegemónica del sector elegido (aunque, cabría destacar que, por las
descripciones, tendría formas corporales bastante voluptuosas). En el relato se nos habla de la historia de
una de estas muñecas en particular: Teresa.
La comparsa
que acompaña a Teresa, a modo de procesión, son cinco – padres e hijos- . Así,
se narran las desventuras de este grupo de artistas callejeros, a quienes
monetariamente no les va tan bien con las procesiones de Teresa.
Fuera de ello, habría que destacar la manera en la
que se inscribe dentro del relato elementos del archivo popular nicaragüense,
sin ser propagandista y, apelando a una jerga lacaniana, usando las brechas del
significante:
Fue un viaje penoso aquel de regreso hasta el barrio Domitila Lugo, porque ya el bailante, y cabeza de la familia, se encontraba gravemente enfermo. Domitila Lugo fue, según se dice, una combatiente guerrillera caída en la insurrección popular de los barrios orientales contra la dictadura somocis-ta en 1979. (Ramirez, 2001: 15)
De manera indirecta, y sin ninguna necesidad real,
se expone una alusión a la dictadura somocista. Siguiendo los acontecimientos
del relato, se terminará narrando la decadencia de este grupo de artistas
populares, quienes terminarán disputándose a Teresa en los tribunales como si
fuese una simple herencia y, al final la muñeca a la que tanto aprecio tenían,
e incluso otras herramientas de “trabajo” como el tambor y el gorro que haría
de disfraz de enano terminarán en la estación policial del distrito 6.
Consideramos que Teresa es la representación del
deseo, tanto masculino como femenino, asociado no tanto a lo sexual sino a lo
divino. Desde nuestra humilde lectura, la muñeca podría tener una carga
sagrada, comúnmente asociada a los elementos del folklore popular. Siguiendo
esta perspectiva, el disputarse un objeto sagrado, banalizándolo y su trágico
fin en la dependencia policial se leería como una alusión melancólica de un
conflicto irresuelto, uno que tiene que ver no solo con la familia aludida;
sino indirectamente con todos los que creen en el oficio de la gigantona, los
de la calle Domitila Lugo, etc.
Por otro lado, el cuento Perdón y olvido apela a referentes más contemporáneos, o asociados
a una cultura popular propia de la vida moderna. El tema es aparentemente
simple: Guadalupe y el narrador, del que nunca sabemos su nombre, suelen ver
cantidades poco comunes de cine antiguo mexicano, por la predilección que
tendría la primera hacia ellos. El problema se desarrollará cuando en una de
estas películas de bajo presupuesto el narrador visualiza a sus padres como
extras, debido a ello arma una investigación con matices policiales para
desentrañar el misterio, que será el diálogo, aparentemente anómalo de sus
progenitores con sus parejas de baile en la escena. Así, el narrador contrata a
una experta en lectura de labios, quien tendría un hijo sordomudo, para que le
diga de una vez el sentido de todo aquello. La respuesta será que su madre engañaba
a su padre y se encontraba embarazada.
El relato, fuera de todas las peripecias del
narrador por desentrañar el misterio de la escena inusual en la película Perdón y olvido, no tendría mayor
trascendencia. Lo interesante será el trasfondo del cuento, dado que Guadalupe
y el narrador se habrían conocido en circunstancias asociadas a la revolución
sandinista:
Guadalupe se quedó en Nicaragua desde que le tocó cubrir en 1979 la ofensiva final en el Frente Sur, como parte de un crew de Imevisión, todos encandilados con el sandinismo, y la conocí para los días del triunfo cuando se fundó Incine con unos cuantos equipos confiscados a la empresa de un argentino mafioso que le hacía los noticieros de propaganda a Somoza. (Ramírez, 2001: 77)
La antigua relación que habrían tenido el narrador y
Guadalupe y la situación de los padres del anónimo narrador podrían asociarse
con la construcción de una memoria, que consideramos sería parte importante del
proyecto estético del relato.
Para el narrador huérfano de padres, que habrían
estado en una situación de exiliados políticos, aferrarse al pasado parece ser
la única opción vigente para superar tanto la pérdida como el nuevo
conocimiento al que accede al final del relato.
El perdón y olvido del que se habla de manera
metafórica con la referencia a la película mexicana, y que luego se visibiliza
con la escena imaginada del narrador entre sus padres fallecidos, luego de
enterarse del engaño; serían, además una alegoría de la necesidad del perdón y
olvido en el pueblo nicaragüense para lograr, lo que Elizabeth Jelin denomina
una memoria ejemplar.
Así, la memoria y la reiterada melancolía expuesta de
manera cabal en los finales de los cuentos seleccionados estarían presentes no
solo en los dos relatos mencionados sino en todo el proyecto de Catalina y Catalina.
Bibliografía
Sergio Ramírez. (2001). Catalina
y Catalina. México: Alfaguara.
Elizabeth Jelin. (2002). Los
trabajos de la memoria. Madrid: Siglo Veintiuno.
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